Tarde o temprano era de obligado cumplimiento hablar de él. El escolta finés, que está cumpliendo su quinta temporada en la isla, se encuentra en un bache desde hace algunos meses que no le permite demostrar el potencial que ha enseñado y asombrado a Tenerife en años anteriores. Tras un verano con su selección donde había promediado 9,4 puntos (con un 40% de acierto desde el triple), no pudo continuar su buena línea en el principio del curso 23-24 con el Lenovo, donde, entre otras razones, la mala dinámica del equipo absorbió por completo su confianza.

En los primeros cinco encuentros anotó seis puntos en total, donde ante Murcia, Valencia o Girona se quedó a cero en su marcador particular. Hasta que llegó el 17 de octubre, partido donde se pudo ver una de las mayores exhibiciones que ha dado un jugador en el Santiago Martín: nada más y nada menos que siete triples sin fallo antes del descanso, circunstancia que rompía el encuentro ante el Cholet y la afición caía rendida a sus pies. Parecía ser el comienzo del despegue de Sasu, pero en los posteriores partidos nos volvimos a encontrar con una versión inesperada del finés. Desde ese encuentro (ante el conjunto francés) hasta la actualidad, Sasu tan solo ha tenido tres partidos donde ha anotado diez puntos o más.

La irrupción estelar de Kyle Guy le ha restado protagonismo y minutos, por lo que el poder encontrar una línea de consistencia y regularidad le ha sido muy difícil. En muchos partidos desde entonces entraba a la pista en momentos fríos o de circunstancias adversas para el equipo, por lo que digamos que el momento tampoco era el ideal para un jugador en su situación. Pero ahora se le presenta una oportunidad, una ventana de esperanza donde, tras la desgraciada lesión de Jaime Fernández, todo hace presagiar que volverá a contar con minutos en su posición.

Evidentemente, tras verlo jugar tantísimos partidos como aurinegro, creo que todos compartimos la visión de que a Sasu Salin no se le ha olvidado jugar al baloncesto. No le han desaparecido todas sus habilidades y fortalezas. El problema del finés no es otro que él de la confianza. Por mucho que puedas tener un bajón de un año para otro -circunstancia normal y que sucede mucho en el mundo del baloncesto- lo que no es normal es llevar desde el 10 de febrero sin anotar un punto con la camiseta aurinegra.

El jugador, consciente de la situación que se le presenta en las próximas semanas, seguro que ya sabe todo lo que tiene que hacer para dar un paso adelante y ayudar al equipo. Ahora toca generarle el mejor clima posible para que esa confianza y ese jugador vuelva sobre la cancha. Y ahí es donde toca dar un paso adelante como afición. Una ovación cuando el jugador sea presentado por megafonía y pise la cancha para jugar. Tenemos que demostrarle que estamos con él. Nadie se ha olvidado de un chico extraordinario que en estos últimos meses ha estado en un bache importante. No tengo ninguna duda de que se recuperará y que más pronto que tarde volveremos a ver a nuestro ‘copito de nieve’ y a nuestra metralleta sobre la pista como aurinegro. ¡A por todas, Sasu!